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Para la “cagá”1 de la moscarda en los animales, se hace una cruz de cardo-cuco donde pisa el animal cagado de la moscarda con la pata derecha y encima se pone una piedra para que la cruz no se deforme ni se la lleve el viento. (Taberno).
Útil para picaduras y mordeduras, diarreas, resfriados, dolores de vientre y dispepsias. Vale en infusiones para forúnculos y granos. Los tallos tiernos se comen bien cocidos. Útil para la picadura de las víboras.
Para la picadura de la víbora “no hay mata que pueda con ella; como te pique te puede costar la vida. Hay que ir al médico”.
Para las picaduras de las víboras se emplea (¿desde tiempos prehistóricos?) el cardo cuco, cardo corredor o cardo Santo. El poder de esta mata se basa en la historia referida tanto en Rojas Clemente (2003) que lo recoge para el Campo de Níjar y para la Sierra de María como en Torres Montes (2004) en las que los pastores observan la lucha entre un lagarto y una serpiente venenosa, Cuando la víbora, aspe, o culebra venenosa muerde al lagarto, éste busca el amparo de un cardo-cuco, se restriega con éste y queda inmediatamente curado de la mordedura emponzoñada. El lagarto sigue luchando con la víbora. Así una y otra vez. Hasta que por fin el lagarto lograba vencer. Una vez el pastor, que presenciaba la contienda arranca el cardo cuco donde se curaba el lagarto, y este al no encontrar el contraveneno, moría. Andrea Laguna Segoviensis en su Pedacio Dioscórides Anazarbeo recoge esta misma historia.
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